lunes, 2 de octubre de 2023

Raros manejos en los Juegos Deportivos y Paradeportivos en Ica

 Fuente: https://laultima.com.pe/2023/10/02/denuncian-irregularidades-en-juegos-escolares-deportivos-y-paradeportivos-2023-que-se-realizo-en-ica/

Denuncian irregularidades en Juegos Escolares Deportivos y Paradeportivos 2023 que se realizó en Ica




Delegación de básquet del Colegio Claretiano ganó en dos categorías en Ica y dicen que dieron como ganador al que se ubicó segundo.

La delegación del equipo de básquet del colegio Claretiano denunció una serie de irregularidades en los Juegos Escolares Deportivos y Paradeportivos en su etapa Macroregional Sede Ica, que se desarrolló en Ica del 18 al 22 de setiembre. Según indicaron, la delegación del colegio de San Miguel participó como campeón de la región Lima Metropolitana y ganó todos sus partidos en cancha en dicho certamen, pero hasta la fecha los ganadores no fueron premiados oficialmente.
 
Víctor Landaberry, entrenador del equipo femenino y masculino del colegio Claretiano, indicó que cuando llegaron a Ica, la comisión organizadora puso una serie de trabas no solo a su delegación sino a otros centros educativos, como observaron de la documentación de los estudiantes, a pesar de que durante todo el campeonato en la región Lima Metropolitana no tuvieron ningún problema y todo estuvo en regla.

“Lo que ha pasado con los escolares es un atropello, las dos delegaciones, tanto de varones como de mujeres, ganaron todos sus partidos en cancha, es más, dijeron que había irregularidades como los certificados médicos de los escolares eran falsos, pese los jóvenes volvieron por el médico y se les entregó otros certificados y nos inscribieron. Y ganamos limpiamente todos los partidos”, indicó el entrenador.

El campeonato se realizó en las instalaciones del Colegio Médico en Ica del 18 al 22 de setiembre último, donde Claretiano participó como campeón de Lima Metropolitana, un colegio del Callao, un colegio de Ancash, uno de Cañete e Ica (IEP San Francisco College)

“El equipo de damas ganó con mucha diferencia a sus rivales, en el caso de los varones, en la final se enfrentó al colegio de Ica y no se validó en mesa varios puntos que anotábamos. Al final se empató, fuimos al alargue y pese a todo se logró ganar, todos los muchachos estaban contentos, pero inexplicablemente no hubo premiación, nos dijeron que luego se iba a informar sobre la premiación. Volvimos a Lima y hasta ahora no nos brindan una respuesta, indican que recién saldrá la resolución de los ganadores, pero hasta la fecha nada”, agregó Landaberry.

Pero grande fue su sorpresa, de que, en las redes sociales de colegio de Ancash, que había quedado segundo en la competencia de básquet femenino, anunciaban que habían ganado la competencia y lucían sus medallas en Facebook.

“Ni antes, ni durante, ni después de cada partido jugado se nos hizo saber

que habría algún reclamo, tal como lo demuestran las planillas de juego, de lo contrario no nos hubieran dejado participar. Es más, ningún delegado de cancha puede hacer algún reclamo, eso lo tiene que hacer el representante de cada delegación porque es un tema administrativo, pero nunca hubo reclamo hacia nosotros. Al ver este atropello, hicimos el reclamo respectivo en el Ministerio de Educación porque si queremos brindar valores, la buena conducta en los jóvenes, ¿cómo se puede competir esta injusticia? Debe premiarse al ganador, los chicos han competido durante casi un año y no es posible que les roben lo que ganaron con justicia en la cancha”, añadió el entrenador.


domingo, 3 de julio de 2016

Algun día me iré





Tal vez me vaya antes que tú. 

No creo merecer tus lágrimas. En realidad, nadie las merece. Pero si aún lo haces, no te enojes con Dios por haberme llevado. Desde que llegamos a este mundo sabemos para donde vamos.

Si no te provocará llorar, no lo hagas. Los fingimientos nunca cabieron entre nosotros. Si no quieres hacaerlo esta bien, Y si no puedes, no te sientas mal. Tu sonrisa es de las mejores cosas que me lleve. Así que si ries, yo estaré bien.

Si escuchas hablar de mi, oyelos. Dejalos hablar. Si se matan elogiandome, diles que no fue para tanto. Lo mismo si me critican en demasía. No fui un santo. Y mucho menos después de muerto. No dejes que me pongan en un altar. Ni que me incluyan entre los habitantes del averno. No fui el mejor de los hombres pero procure ser buena persona y buen amigo.

En mi funeral que no hablen más de mi que de Cristo. Lo mejor que podrían hacer es rezar por mi. Tal vez no me gane el ticket de entrada al cielo y requiera de su oración. Sobretodo, de la tuya.

Siempre podremos seguir hablando. Bastará con que hables con Jesús. Yo escucharé. Ojala que allá arriba pueda seguir intentando serle útil como lo intente aqui.

Ojala que cuando te pregunten por mi, tu respuesta sea que fuimos amigos, que creí en tí y que siempre trate de llevarte a Dios. Porque siempre intente ser eso. Una flecha apuntando a Dios. Si eso llegará a ser así, el que llorará seré yo.

Acercate a Dios. Seras feliz. Y yo también lo sere. Y cuando te toque venir, seguiremos siendo los hermanos que fuimos aqui.

Nuestra amistad tuvo sentido porque Dios estuve presente en ella. Ahora que me voy te voy a extrañar. 

miércoles, 20 de mayo de 2015

Un día me volví invisible

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No sé qué día es hoy, en esta casa no hay calendarios y en mi memoria los hechos, están todos confusos. Me acuerdo de aquellos grandes almanaques, ilustrados con las imágenes de los santos que colgábamos al lado del tocador. Ya no hay nada de eso, todas las cosas han ido desapareciendo, y yo también me voy borrando sin que nadie se dé cuenta.

Primero, como la familia aumentó de número, me cambiaron de cuarto; después me pasaron a otra habitación más pequeña que compartía con una de mis bisnietas y ahora ocupo el cuarto de los trastos, el que está en el patio de atrás, ese cuarto al que van a parar todas aquellas cosas que ya no se usan. Dijeron que cambiarían el vidrio roto de la ventana, pero se les olvidó y todas las noches por allí se cuela un airecito helado que no le va nada bien a mis dolores reumáticos.

Desde hace tiempo tengo intenciones de escribir, pero me ha sido imposible; me he pasado semanas buscando un lápiz y cuando al fin lo encontré, lo dejé en algún lugar seguro para poder encontrarlo fácilmente, pero me he olvidado dónde lo puse y es que a mis años las cosas se pierden con demasiada facilidad.

La otra tarde me di cuenta que mi voz también había desaparecido. Lo supe porque cuando le hablo a mis nietos o a mis hijos no me contestan, todos hablan sin mirarme, como si yo no estuviera con ellos escuchando lo que dicen. A veces he intervenido en la conversación, segura de que lo que voy a decir no se le ha ocurrido a ninguno y les va a servir de mucho mi consejo. Pero no me oyen, no me miran, ni me responden…

¿Qué puedo hacer en estas situaciones? No lo sé, yo con una gran tristeza, me retiro a mi cuarto y allí termino de tomar mi taza de café, o lo que estaba haciendo.

Lo hago así para que comprendan que estoy enojada, para que se den cuenta que me han ofendido, y vengan a buscarme y me pidan perdón… pero de momento no ha venido nadie.

El otro día les dije que cuando me muera entonces sí me iban a extrañar, y el nieto más pequeño me preguntó: ¿Abuela, tú todavía estás viva? Les causó tanta gracia que no paraban de reír.

Pero yo estuve tres días llorando en mi cuarto, hasta que una mañana entró uno de los muchachos a sacar unas llantas viejas para la bicicleta y ni los buenos días me dio. Fue entonces cuando me convencí de que soy una persona invisible. Me sitúo en medio de la sala para ver si molestando me ven o me dicen algo, pero mi hija me mira y sigue barriendo sin tocarme, y mis nietos pasan corriendo de un lado a otro sin tropezar conmigo.

Cuando mi yerno se enfermó, tuve la oportunidad de serle útil, le llevé un té especial, que yo misma preparé, se lo puse en la mesita y me senté a esperar que se lo tomara. Él estaba mirando la televisión y ni con un simple parpadeo me dejó entender que se daba cuenta de mi presencia. El té se fue enfriando poco a poco… mi corazón también.

Un viernes se alborotaron los niños y me vinieron a decir que al día siguiente nos iríamos todos al campo, me puse muy contenta, hacía tanto tiempo que no salía, y menos al campo.

El sábado fui la primera en levantarme, quise arreglar las cosas con calma, los viejos tardamos mucho en hacer cualquier cosa, así que me tomé mi tiempo para estar lista a la hora de la salida. Ellos entraban y salían de la casa corriendo, colocando bolsas y juguetes en el auto.

Yo ya estaba lista hacía rato y muy feliz me puse a un lado esperando que terminaran los preparativos del viaje. Cuando arrancaron y el auto desapareció envuelto en risas y cantos, comprendí que yo no estaba invitada; tal vez porque no cabía en el auto o porque mis pasos tan lentos impedirían que todos los demás corretearan a su gusto por el bosque.

Sentí cómo mi corazón se encogía, la barbilla me temblaba como cuando uno ya no aguanta más las ganas de llorar. Vivo con mi familia y cada día me hago más vieja, pero curiosamente, parece que ya no cumplo años, porque nadie me felicita, ni lo celebramos, todos están tan ocupados… Yo los entiendo, ellos sí hacen cosas importantes: ríen, gritan, sueñan, lloran, se abrazan y se besan.

Ya no sé a qué saben los besos. Antes besuqueaba a los chiquitos, era un gusto enorme el que me daba tenerlos entre mis brazos como si fueran míos, sentía su suave y tierna piel y su cálida respiración muy cerca de mí, sus vidas tan nuevecitas se me metían en el corazón como un soplo de brisa fresca y hasta me daba por cantar canciones de cuna que nunca creí recordar… Pero un día mi nieta Laura que acababa de tener un bebé, me dijo que no era bueno que los ancianos besaran a los niños por cuestión de salud; entonces ya no me acerqué más a los niños, por temor a que les pasara algo a causa de mis imprudencias. Tengo miedo de contagiarles algo terrible.

A pesar de todo yo los bendigo y los perdono, porque ¿Qué culpa tienen ellos de que yo me haya vuelto tan poco útil?

Este relato es crudo, pero real. Muchos de nosotros no toleramos la actitud de los ancianos, aunque ellos tuvieron toda la paciencia del mundo, para criarnos, educarnos y ayudarnos a ser lo que somos. Ellos pusieron toda la atención a nuestras primeras palabras, eran incomprensibles, ni sabíamos lo que decíamos… y hoy no los escuchamos porque dicen tonterías.

Recordemos que la vida es como un eco que te devolverá lo que tú le ofreces.

Amar, cuidar, respetar a los ancianos y no hacerlos sentir invisibles, no solo es un acto de amor, es un acto de justicia.

«Si permites que tus hijos traten a sus abuelos como en esta historia, ya sabes cómo te tratarán cuando tu seas mayor»

sábado, 7 de diciembre de 2013

A veces para alcanzar los sueños, solo basta con agitar pañuelos.

 

La Marinera es un don, un arte, una pasión

(Oscar Avilés)

 

Voy al cine desde hace 33 años. Me encanta. No encuentro modo de igualar la sensación de la pantalla grande en la casa. Ni con el mejor televisor, ni con el mejor Home Theater. No hay como sentarse en la butaca, con las provisiones necesarias, y disfrutar ahí, en la oscuridad, con la enorme pantalla, la magia del séptimo arte.

Y soy nacionalista ciento por ciento. Muy lejos de lo que dice Ollanta y compañía. Así que cada vez que entra al circuito una película peruana, me siento en el total compromiso de ir a verla. Hay que apoyar el talento peruano – Es lo que pienso cuando pago mi entrada. Pues bien, hace algunas semanas vi el trailer de “Sueños de Gloria”, la opera prima de Alex Hidalgo. Y me sentí doblemente comprometida a verla. No sólo por lo que acabo de decir sino también por la presión de mi esposa, danzante de marinera, para verla, si es posible el mismo día del estreno. Cosas van, cosas vienen, recién pudimos ir a verla a la segunda semana de proyección.

De entrada la película nos sorprende con la excelente fotografía de la cinta. Tomas muy bien cuidadas, enfoques precisos y aprovechamiento de la luz al máximo. Y cuando no terminamos de sorprendernos con la proyección que hace recordar una película americana, Zas! El protagonista de la cinta, Arturo Gamarra, se manda a cantar una marinera… inédita! Y los otros 12 personajes en escena… sacan el pañuelo y zapatean! Mejor, imposible. Ahí tome consciencia: La primera película musical peruana estaba frente a nuestros ojos.

La historia transcurre con muy buen ritmo pero predecible. Arturo es un joven común, que trabaja en una Hacienda y es bailarín de marinera, arte que aprendió de su padre, quien se dedica a la confección de trajes para danzantes y que debido a un inesperado mal, requiere una intervención de corazón. Por esto, Arturo debe ganar el Campeonato Nacional de Marinera para acceder al dinero del premio y así poder salvar la vida de su padre. Rosario es la bella hija del dueño de la Hacienda, quien esta a punto de ser enviada fuera del país para estudiar contra su voluntad, pues su sueño es abrir una Academia de Marinera. Para evitar esto, también debe ganar el Campeonato Nacional de Marinera. En el camino, habrán varios ingredientes: El novio de Rosario, su padre con aspiraciones políticas, su madre sumisa pero que al final saca las garras y los simpáticos amigos de Arturo. Hay algunos momentos hilarantes y muy bien logrados. Y claro, la marinera sigue presente… con otras cuatro marineras inéditas! Interpretadas por los protagonistas quienes no solo bailan (En realidad, han sido ambos campeones nacionales) sino que cantan en la forma exacta.

Párrafo aparte para la aparición del grande entre los grandes, Oscar Avilés (De pie, señores), quien a sus 89 años hace su debut en la pantalla grande. Nunca es tarde para una primera vez. Un placer verlo. Pero más placer escucharlo porque, como no, se manda una marinera. Y no tocando. Sino cantando. Nada menos. Su aparición paga totalmente el boleto.

En fin, una película que todo peruano tiene que ver. Increíblemente, solo durará dos semanas en cartelera. Así que vayan corriendo al cine a verla. Aquí tienen los horarios (tomados del fan page de la película)

 

Y si es que aún no se animaron, aquí tienen el tráiler

Nos vemos en el cine.

jueves, 6 de septiembre de 2012

La teoría de lo absurdo (O como querer querer que me digan blanco cuando soy negro)

 

Un buen día, Doña Catalina pensó que tendría que sacar provecho a lo rico que le salían los picarones. No había persona a quien no le gustaran. Así que decidió aventurarse. Alquilo un pequeño local y abrió su negocio, al que llamo “Los picarones de Doña Catalina”. La demanda fue enorme. En pocos días vio que no se daría abasto para atender a todos sus clientes, así que convoco a sus tres sobrinas para trabajar con ellas. Ahora con cuatro personas igual se seguía pasando apuros, pero ya podía atender a todos sus clientes. El negocio era prospero.

Un buen día, una de sus sobrinas, llamada Carmen, le dijo que le gustaría abrir una sucursal del negocio en su casa. El lugar se seguiría llamando “Los picarones de Doña Catalina”, usaría la misma receta para los picarones y le rendiría cuenta del negocio. “Tía, será tipo una franquicia. Tu eres la dueña de la marca”. Doña Catalina estuvo de acuerdo y así se abrió el 2do local.

Al poco tiempo de abrirse el nuevo local, volvió a tener la misma acogida del primero. Muchos llegaron porque ya conocían de la fama de los picarones de Doña Catalina. Sin embargo, había un problema. Eusebio, el esposo de Carmen, que no quería ni a su tía Catalina ni a nadie de su familia empezó a hacerle problemas a Carmen. No entendía porque tenía que estarle dando cuentas del negocio a su tía. Las discusiones familiares se hicieron mas frecuentes. Las cosas llegaron tan al límite que finalmente el conflicto se volvió entre Doña Catalina y Eusebio. Doña Catalina no quiso hacerse problemas, así que se reunió con ellos y les dijo: “Pueden seguir con su negocio, pueden seguir con mi receta. Pero no pueden seguir usando el nombre”. Eusebio se puso como loco. Carmen no entendía. “Nos esta dejando que sigamos con el negocio, que usemos su receta. Que mas quieres? Es absurdo lo que pides”. Doña Catalina también decía: “Como va a seguir llamándose tu negocio “Los picarones de Doña Catalina” si Catalina no tiene nada que ver en esto?”. Pero Doña Catalina sabía la respuesta. Como usted también la sabe, querido lector.

Otro cuento similar.

Había una vez una Iglesia Católica que pensó que los valores que profesaba deberían ser impartidos en Centros de Formación. Y fundo una primera Universidad Católica. Y luego otra. Y otra. Y muchas. Un sacerdote, peruano, le solicito abrir una franquicia de estos Centros de Formación en Lima. Se le concedió y lo pudo abrir teniendo como local su propia Congregación Religiosa.

Tiempo después, hubo un rector, que no entendía porque la Universidad Católica tenía que rendirle cuentas a la Iglesia Católica. E hizo lío y fastidio, hasta que el conflicto se hizo inmanejable. La Iglesia Católica, como Catalina, le dice: “Pueden seguir con la Universidad, pueden seguir con mi forma de trabajo. Pero no pueden seguir usando mi nombre”. Por supuesto, el rector no quiso. Como Eusebio, se volvió loco. Para que quieres seguir usando el nombre si ya no dependes del Pontífice? (Ergo, no puedes ser pontificia) y no te reconoces como Católico? (Porque no difundes esos valores). Y claro, usted también conoce la respuesta… He aquí la teoría de lo absurdo.

jueves, 6 de octubre de 2011

Cuando creíste que yo no estaba mirando…

 

Cuando pensaste que yo no estaba mirando, colgaste mi primer dibujo en el refrigerador, y deseé pintar otro.

Cuando pensaste que yo no estaba mirando, alimentaste a un gato callejero, y yo pensé que era bueno ser amoroso con los animales.

Cuando pensaste que yo no estaba mirando, horneaste un pastel de cumpleaños para mí, y supe que los detalles son cosas especiales.

Cuando pensaste que yo no estaba mirando, pronunciaste una oración, y creí que había un Dios a quien siempre podría hablarle.

Cuando pensaste que yo no estaba mirando, me diste un beso de buenas noches, y me sentí amado.

Cuando pensaste que yo no estaba mirando, vi que corrían lágrimas de tus ojos, y aprendí que algunas veces las cosas duelen; pero que está bien llorar.

Cuando pensaste que yo no estaba mirando, sonreíste, y eso me hizo desear ser bonita así también.

Cuando pensaste que yo no estaba mirando, me cuidaste, y deseé ser lo máximo que pudiera llegar a ser.

Cuando pensaste que yo no estaba mirando... miré... y quise darte las gracias por todas esas cosas que hiciste cuando pensaste que yo no estaba mirando.

María Rita Schilke

* Fotografía es cortesía de http://ladulceesperasgg.blogspot.com

sábado, 27 de noviembre de 2010

La pregunta que un hombre nunca quiere escuchar

 

Podría ser un viernes como tantos, pero es distinto. Es cumpleaños de uno de esos que en ese momento era tu mejor amigo pero hoy ni sabes si esta vivo o no. Así que la llamo y le pido que me acompañe a tan importante cita. A las 9:00 p.m. me recojes- me dice. En mi mente pienso que es más fácil que pase un chancho volando antes de que ella este lista a esa hora. Pero bueno, acepto.

Efectivamente, a las 9:00 p.m. toco el timbre. Abre la puerta su madre. Símbolo inequívoco de que al menos tendré 30 minutos de espera. Me hace pasar a la sala y me invita a sentarme. Silencio total. Deberían enseñarle a todas las mujeres en la escuela que si vas a hacer esperar a tu novio, al menos debes tener en tu sala un televisor con cable, un bebida fría y el periódico del día. Por supuesto, nada de esto había. Luego de contar todos los puntos en el techo, los ladrillos en la pared, los parquets en el suelo y dormir dos siestas, caigo en la cuenta de que van 45 minutos de espera. 45 minutos!!! Esta mujer esta loca. Hacerme esperar tanto. Justo en eso, siento sus pasos en la escalera. Volteo para verla. La veo radiante. Bien maquillada, bien ajustada. El escote moderado y la sonrisa perfecta. Excelente. Nada hace sentir mejor a un hombre que llegar a la fiesta y que todos vean la bonita dama que lo acompaña.

Sin embargo, su rostro es adusto. No hay alegría en sus ojos. En mi cerebro se agolpan las ideas. Quiero preguntarle si le pasa algo. Mi instinto me dice que no lo haga. Que me arrepentiré. Que lo pase por alto. Que ya vamos 45 minutos retrasados. Pero maldición. Mis escrúpulos no me dejan. Casi me abren la boca. Así que le pregunto: Que te pasa, chiquita? Anhelo que me diga: “Nada. Vámonos”. Pero dentro de mi se que no será así.

Su respuesta me deja frío. Me hace sentar en el sillón, de golpe. Todos me habían advertido de este momento: Mis compañeros de colegio, mis amigos del trabajo, los de la Academia, los de la Universidad. Todos! Pero había llegado el momento y yo no estaba listo. Como podía ser posible? El momento que ningún hombre quiere que llegue, había llegado, por fin, para mi. No quedaba mas que enfrentarlo. Respire profundamente y en un intento desesperado por ganar algunos segundos mas, le dije: Que me dijiste? Su respuesta sonó tan atronadora como la primera vez. Aun mas. Ahora era terrorífica. Si, no había lugar para las dudas. Ella había hecho la pregunta que ningún hombre quiere escuchar:

Se me ve gorda?

En mi mente ya no se agolpan los pensamientos. Se atropellan entre si. Por un instante pienso: No, que va. No tomar desayuno al salir de casa, asaltar a la señora que vende los sanguches a media mañana en la oficina, almorzar como preso político, no perdonar el postre de la tarde, llegar a la casa pidiendo lonche en la noche y devorar al menos cinco chocolates diarios no es suficiente para estar gorda. No, mi amor. Pretender seguir usando la misma talla de pantalón y dejar que se te noten moradas las uñas por el asfixiamiento. No, que va. Que tu único ejercicio sea caminar de tu casa a la esquina para tomar el taxi y responder tu celular tampoco es motivo para estar gorda. No! Que va!

Mi instinto amarra mi lengua dentro de mi boca. Casi le hace un nudo. Pero mis escrúpulos (Malditos sean!!!) me dicen que tengo que decir la verdad. Se que me arrepentiré. Lo se. Si lo se… Para que diantres escucho a mis escrúpulos? Sin embargo, en un arrebato de sinceridad, suavizo el golpe todo lo que puedo

Bueno, chiquita. Has subido un poco de peso. Pero ni se nota

De ahí comprendo que no hay forma de suavizar este golpe. Su cara cambia súbitamente. La pena se instala en su mirada. Se lleva la mano derecha a la frente y dice: Tengo que dejar de tomar gaseosa. Yo pienso: Tienes que coserte la boca en todo caso. Saca la mano de su cara, voltea, se ve al espejo y me dice

No se me ve mal, verdad?

La señal de inteligencia de un hombre es que nunca tropieza dos veces con la misma piedra. Respondo inmediatamente, velozmente.

No, mi amor. Se te ve perfecta.

En esos momentos creo que he salvado la noche. Pero no es así. Solo he retrasado el dolor.

Continuara…